La celebración estos días por parte de TV3 en Catalunya, y de EITB en Euskadi de sendos maratones para contribuir a la investigación de las enfermedades mentales graves, me ha recordado los momentos que viví junto a una persona muy cercana cuando tuvimos que enfrentarnos a la enfermedad primero y después a lo que quizá sea la pelea más difícil: superar las múltiples barreras que impiden o dificultan la socialización de estos enfermos.
Recuerdo que un día, en plena crisis, aprovechando un momento de tranquilidad, ella me preguntó de repente: “¿por qué yo estoy loca y tú no?”. Aunque me sorprendió, le respondí muy convencida: “No, yo también estoy algo loca, pero la diferencia es que yo he dejado escapar mi locura un ratito cada día, mientras que tú te la has ido guardando muchos años, y ahora te sale toda de golpe”. No fue una respuesta muy pensada, pero conseguí transmitirle que en realidad no éramos tan diferentes, aunque en esos momentos su enfermedad le jugaba una mala pasada.
No quiero trivializar con algo como las enfermedades mentales graves, que tanto sufrimiento provoca a quienes las padecen y a su entorno familiar. La anécdota que os explico sólo pretende ilustrar la relatividad de esa difusa raya entre la razón y la locura, que por una mezcla de prepotencia, ignorancia y miedo, preferimos considerar infranqueable situándonos en el lado de la cordura absoluta y mirando con lejanía a los del otro lado.
Sin menospreciar las dificultades que implican los trastornos de conducta asociados a las crisis o momentos de descompensación, no encuentro justificación para la negativa percepción social sobre los enfermos mentales teniendo en cuenta que su comportamiento en las etapas de estabilización no se aparta del de la mayoría de las personas. Quizá si además de informarnos para poder rechazar prejuicios injustos, se aceptara lo poco excepcional que es perder el control de las emociones y rozar la locura de forma más o menos transitoria, y fuéramos capaces de cuestionar nuestros categóricos conceptos sobre normalidad, se podría observar a estos enfermos desde otra perspectiva más cercana que ayudaría a romper su aislamiento y facilitaría su socialización.
Ayer por la mañana, nuestro psiquiatra de cabecera Imanol Querejeta, lanzaba desde MQP un poco de esperanza para el futuro, basándose en el avance de los conocimientos científicos y en las mejoras del sistema sanitario, y como era de esperar no se olvidó de insistir en la importancia de la aceptación social como requisito para normalizar la vida de estos enfermos.
Totalmente de acuerdo con Imanol, los avances científicos son imprescindibles, pero si no se acaba con ese injusto estigma que condena a quienes padecen enfermedades mentales al silencio vergonzante impidiéndoles su plena incorporación a las actividades sociales, quedará pendiente un aspecto fundamental que restará efectividad a los esfuerzos de los profesionales.
La investigación queda en manos de los científicos, la socialización es responsabilidad de todos. Una vez más, al menos parcialmente, la pelota está en nuestro tejado.
Recuerdo que un día, en plena crisis, aprovechando un momento de tranquilidad, ella me preguntó de repente: “¿por qué yo estoy loca y tú no?”. Aunque me sorprendió, le respondí muy convencida: “No, yo también estoy algo loca, pero la diferencia es que yo he dejado escapar mi locura un ratito cada día, mientras que tú te la has ido guardando muchos años, y ahora te sale toda de golpe”. No fue una respuesta muy pensada, pero conseguí transmitirle que en realidad no éramos tan diferentes, aunque en esos momentos su enfermedad le jugaba una mala pasada.
No quiero trivializar con algo como las enfermedades mentales graves, que tanto sufrimiento provoca a quienes las padecen y a su entorno familiar. La anécdota que os explico sólo pretende ilustrar la relatividad de esa difusa raya entre la razón y la locura, que por una mezcla de prepotencia, ignorancia y miedo, preferimos considerar infranqueable situándonos en el lado de la cordura absoluta y mirando con lejanía a los del otro lado.
Sin menospreciar las dificultades que implican los trastornos de conducta asociados a las crisis o momentos de descompensación, no encuentro justificación para la negativa percepción social sobre los enfermos mentales teniendo en cuenta que su comportamiento en las etapas de estabilización no se aparta del de la mayoría de las personas. Quizá si además de informarnos para poder rechazar prejuicios injustos, se aceptara lo poco excepcional que es perder el control de las emociones y rozar la locura de forma más o menos transitoria, y fuéramos capaces de cuestionar nuestros categóricos conceptos sobre normalidad, se podría observar a estos enfermos desde otra perspectiva más cercana que ayudaría a romper su aislamiento y facilitaría su socialización.
Ayer por la mañana, nuestro psiquiatra de cabecera Imanol Querejeta, lanzaba desde MQP un poco de esperanza para el futuro, basándose en el avance de los conocimientos científicos y en las mejoras del sistema sanitario, y como era de esperar no se olvidó de insistir en la importancia de la aceptación social como requisito para normalizar la vida de estos enfermos.
Totalmente de acuerdo con Imanol, los avances científicos son imprescindibles, pero si no se acaba con ese injusto estigma que condena a quienes padecen enfermedades mentales al silencio vergonzante impidiéndoles su plena incorporación a las actividades sociales, quedará pendiente un aspecto fundamental que restará efectividad a los esfuerzos de los profesionales.
La investigación queda en manos de los científicos, la socialización es responsabilidad de todos. Una vez más, al menos parcialmente, la pelota está en nuestro tejado.
18 comentarios:
Pues sí, Marieta, tienes toda la razón del mundo. Pero cómo va a integrar la sociedad a estas personas si, por ejemplo, mira mal a un tipo que decide ir desnudo, aunque puedas tener una charla coherente con él y comprobar que es una persona razonable sólo que ha tomado una opción distinta de la tuya.
Y también es curioso cómo estamos dispuestos a aceptar una enfermedad clásica de las del cuerpo pero no aceptamos tan fácilmente que la mente pueda estar enferma, como si el cerebro no formase parte del cuerpo.
Alguna vez he contado que mi hijo padece un trastorno muy leve, comparado con alguna enfermedad mental severa, llamado TDAH, Trastorno por Déficit de Atención con Iperactividad, por el que se medica.
Es muy difícil hacer comprender a la gente que un niño pueda nacer con un trastorno mental, en este caso es una pequeña diferencia respecto a los otros cerebros, aún cuando se suba por las paredes delante de sus ojos. Siempre es porque no lo educas correctamente. No te digo nada en la escuela. Y más difícil resulta aún convencerles de que lo más adecuado es que tome una pastilla todos los días, para que su mente se estabilice y el chaval esté tranquilo. Muchos pediatras e incluso psiquiatras infantiles no creen en la existencia del trastorno. Conozco directamente casos sangrantes de niños con la escolaridad arruinada por el empeño de los adultos que le rodean en no ver el problema.
Yo, al principio, no solía contar a los padres de otros alumnos lo de mi chaval, un poco por pudor, por no estigmatizar al chaval y por no mover a la lástima... pero luego lo hice, procurando dar toda la información posible, porque cero que es bueno que conozcan el trastorno. Así como hay chavales altos, bajos, rubios o gordos, hay otros con peculiaridades mentales, y la gente debe comprenderlo, aceptarlo y acogerlos.
En general la gente es bastante comprensiva y receptiva. Y los chavales los más comprensivos de todos. Las mayores resistencias se encuentran siempre entre los adultos y los educadores. Queremos gente cuadriculada, ya sabéis, pero la gente es variada, y en eso radica nuestra grandeza, si es que hay alguna.
El problema es la ignorancia, que casi siempre se traduce en miedo, aunque luego se disfrace de otras cosas, como burla o desprecio o cualquier otra cosa.
Y salvo los afectados directamente, todos somos unos grandísimos ignorantes en estos -y en otros muchos- temas.
Dicho lo cual, creo si los demás nos parecemos normales los unos a los otros es sólo porque no nos conocemos lo suficiente.
Yo creo que tod*s estamos un poco pá'llá, esto es, que somos unos enfermos también de ese órgano que es el cerebro. Tal vez no le hemos puesto nombre a nuestras neuras y nadie ha clasificado nuestras patinadas pero mi procrastinación, el pesimismo a ultranza de JV, el buscarle tres pies al gato de Marieta, el forofismo del Murua, del javi o del Latxaga, el lenguaje enrevesado de Moli, el comunismo de Sonia, la empanada con las Mates de Lekuona, la argumentación circular de Iturri, lo de Kanif que no tiene ni nombre y el andar de puntillas del Trice, vamos, que si a cada una de esas salidas de pata de banco le ponemos un nombre que acabe en SIS, tenemos un montón de enfermos aquí.
Como Marieta dice, nosotros soltamos la espita poco a poco con nuestras manías, nuestras patinadas, nuestras pequeñas neurosis diarias que no acaban en psicosis, y hasta parecemos normales. Y ahí está el quid de la cuestión:¿qué es normalidad? Yo no tengo respuesta porque como les digo a mis alumn*s, tod*s somos A-normales.
Cuando has nombrado lo de los avances científicos se me han puesto los pelos de punta recordando el artículo del periódico del sábado en Público, con el Vaticano obstaculizando el tratamiento de patologías como la infertilidad, el cáncer, el párkinson, el alzhéimer o la diabetes. Desde hace mucho las religiones se han cargado más o menos sutilmente a los averiados, ya sea con hoguera, lobotomías, confinamientos o convirtiéndolos en visionarios útiles para la causa (no voy a nombrar a Santa Teresa ni a San Juan de la Cruz por respeto...uyy). Igual el neuronas nos ilustra sobre qué es eso de los avances científicos para tratar averiados: ¿más pastillas? ¿más terapias? ¿más de las dos cosas?
Ok, Marietta, por una vez tiene razón Mikel, " estamos toos un poco " pa´lla ", solo recordar que yo no soy un forofo, soy un practicante del 8º arte que es el futbol.
Yo he vivido,, muy de cerca, la historia de un íntimo amigo, y he contemplado lo crueles que podemos ser con estas personas. No ya, por el ninguneo a que les podemos someter, algo que hasta cierto punto puede entenderse, sino porque son sujeto de risas, bromas y hasta de desmanes. Me he tenido que enfrentar, pero muy seriamente, a mas de uno.
Al fin y al cabo solo el genio y el loco son los que violan las leyes sociales, impuestas probablemente por algún lúcido interesado.
No me puedo creer que en una entrada tan interesante como esta no tengáis nada que decir. ¿Dónde estáis todos?
Había en una plaza de Bilbao una mujer que la llamaban: la loca de Arriquibar, al pasar la mirábamos con cariño y respeto .Contaban que había tenido una pena de amor, de esas que te vuelven loco.
Un día no se la volvió a ver más.Y seguimos mirando de reojo si por algún lado estará sentada.
¿por qué a la vez que miedo producen los enfermos mentales una mezcla de cariño y cierta admiración y respeto.?
En Cuba había una escultura en medio de la calle : el caballero de París, un hombre que decían loco, que andaba con sus poemas, sus barbas y pelo largo su abrigo hasta los tobillos...su flor en el abrigo y sus lápices de colores en el bolsillo, y ahí anda la escultura en bronce reflejando su pasear por las calle...
Soy una privilegiada por haber conocido a muchos y muchas enfermas mentales,y vivir todo lo que me enseñaron e hicieron sentir y aprender.
Dicen que el equilibrio es como estar en una tabla de surf.
Es todo: tratamientos más y más precisos, apartamentos terapeúticos, talleres, formas de vivir lo más autónoma, apoyo a las familias, más psicólogos en Osakidetza , más apoyo y dinero a la investigación psicobiofarmacológica...
Muchos mendigos y gentes que estan en la calle son enfermos mentales.
Más o menos.
Besos a todas y todos.
Mañana, Kanif, comento algo. Me ocupan otros asuntos pero me pararé un rato al mediodía. Marieta, como siempre, un post genial.
Os dejo un poema que escribí hace años. Aunque se que la verdadera enfermedad mental es muchísimo más y necesita de muchos y de mucho. Pero será mañana. Espero os guste.
LOCURA
Cuentan la historia de un poeta iluso con sus ilusiones a cuestas…
Que soñaba el mar al descubrir espuma,
que creía el sol al escaparse la luna,
y sentía en brillos el nacer de la tierra.
Hablan de la historia de un poeta loco
que perdió entre olas un día su poca cabeza…
Y, como un barco sin rumbo que en tu faro
vio del amor su silueta,
se lanzó loco hacia ti.
…Dejó sin pensarlo
su cordura y razón en los rayos de tormenta.
Es la historia de un poeta que soy yo,
de un loco al que solo le queda
¡¡¡Amarte, salir por ti,
Mar adentro!!!
Tú que haces, hoy,
de este encuentro,
Locura al instante
Por ti: POEMA.
Firmaría prácticamente todo lo que decís. El retrato de Mikel me ha hecho reír con ganas, aunque todavía me estoy preguntando si alguna vez busqué un gato tullido con sólo tres pies. Y también creo que el rojerío de Sonia compite con esa persona tan cariñosa capaz de querer y aprender de la gente de la que otros huyen porque no saben la cara qué poner cuando les rompen los esquemas.
De tratamientos y esas cosas no sé nada, pero pienso que en la medida que las causas de las enfermedades suelen ser una combinación de factores, los tratamientos también han de ser desde diferentes frentes. Tampoco a un diabético se le puede tratar sólo con fármacos, ha de hacer ejercicio, tener una higiene…. Pues lo mismo, mismamente. Lo cierto es que desde que mi hermana tuvo el primer brote esquizofrénico ya hace más de veinte años, me convencí de que si no se controlaba el desequilibrio bioquímico no se podía hacer nada; después viene todo lo demás, y funciona, con buenos profesionales, mucho cariño, vida estable y mucha lucha (sobre todo por su parte).
Otro capítulo, quizá el más duro para el entorno de los enfermos graves es abordar las crisis, sobre todo cuando por primera vez te encuentras ante alguien a quien no reconoces. Cuesta mucho aceptarlo, y encontrar tu propio equilibrio para poder ayudar sin caer en el intento; para mí fue una etapa de cambios muy importantes, sobre todo en mi cabeza, pero de todo se aprende, y mucho.
Kanif, ánimos y sigue peleando por tu hijo ante tanto carcamal, no hay nada que ocultar, lo que hay es demasiado sobrado que necesita culpabilizar al prójimo para autoafirmarse
Mil besos.
Lo que comentas es importante.La forma en que se puede aceptar y relacionar con una persona en plena crisis.
Creo que es através de un tratamiento, y después puede venir la palabra y el contacto.
Es ahí..en la crisis y en la prevención de la crisis donde los tratamientos tienen su lugar.
Es difícil reconocer en la enfermedad aquella persona a la que conociste, es como si te dicen un día: "la nieve es negra, el mar es una gelatina..."
Es ver una persona viviendo una pesadilla despierta a la que no puedes despertar.
Es ahí los tratamientos.
La prevención: buscar un cabo en la realidad, muchos cabos, a los que atarse bien la cintura y en el momento de tormenta estar a salvo.
Las palabras de verdad, las relaciones más reales ,paradojicamente las he encontrado con personas que se estaban muriendo o enfermos mentales.
Les agradezco a todas estas personas, el haber visto y compartido en ciertos momentos lo que es el sentido de la vida.
Un abrazo Marieta.
PD:
Llueven, llueven horas , muchas horas de trabajo.
Se avecina una borrasca de ajustes neoliberales.
Una apreciación: no creo que el sistema sanitario haya mejorado mucho, más bien al contrario. Si lo comparamos con hace cincuenta años, de acuerdo, sí, pero desde que se tiende a privatizar la mayoría de servicios, la cosa va asquerosamente mal.
Si yo os contara...
Petons, novia de mi novio.
Llorenç
Varias cosas.
1) Creo que se debería vivirse normal la alfabetización psicológica adaptada a todas las edades y circunstancias con formación y terapia individual y /o grupal incluida. Nos ahorraríamos muchos disgustos y mala baba suelta.
2) El servicio público tanto en lo que se refiere a la intervención pedagógica como psicológica y psiquiátrica está saturado y más en donde la fragilidad y los factores de riesgo acampan a sus anchas.
3) Tan imporatnte es cuidar al enfermo como cuidar quienes le cuidan.
4) Hay situaciones que se ven desde lejos, que ya se manifiestan unos rasgos/ síntomas de un posterior deterioro desde edades muy tempranas y después por consecuencias de otras variables que entran en acción. Se previene poco y se corrige ya a destiempo.
5) En muchos casos se traduce en discapacidad y somos tan insolidarios, aprobetxategis e incívicos como con el resto de personas que son sujetos de estos derechos.
6) Como le comenté un día a una catedrática de universidad que hablaba de los niños con sobredotación y su aporte específico y valioso a la sociedad: "en mi vida le puedo decir-le contesté- que no se que me ha resultado más valioso si un niño, sin duda, tan inteligente y capaz, o tantas personas que han hecho de mi y de los que tiene a su alrededor TAN PERSONAS. Sin duda, todos ellos/as nos mejoran y mejoran lo que somos cada día".
7) Para entender todo esto hemos tenido que dejarlo tocar la piel en rostros, experiencias, momentos, lugares sino... difícilmente
Diría más pero ya hemos dicho mucho. Eso sí: un abrazo y gracias especiales, como todos ellos/as.
Llorenç,
Matizo lo de la mejora del sistema sanitario: yo entiendo que se refiere a la integración de la Salud Mental en el Sistema Sanitario público, que en sí ya es un avance ante lo que se hacía antes: separar a los enfermos mentales del resto del sistema tratándolos como los "apestados" que algunos les consideraban (ya sabes: manicomios...).
Por lo demás de acuerdo, la cosa no pinta bien.
Un petonàs
Sonia, que pedazo corazón tienes y que cabeza, gracias, reconfortas. Muxu
Hace tiempo que no asomo la nariz, pero hoy, en este apartado que como me toca tan de cerca me duele muchos ratos, sigo percibiendo a esa gente que siendo tan diferente, forma un grupo de personas tan estupendo. Mila esker.
P.D.: Un día compartiré con vosotros la angustia que se siente, al no saber qué hacer, además de luchar y querer, cuando un hijo tiene una enfermedad mental. Beste muxu
Pues ongi etorria berriro!... a ti y a tu nariz. El compatir, para cuando quieras y ya te adelanto mi eskerrik asko. ¡Luchar y querer! casi nada ¿eh?.Muxuak
Marea, un fuerte abrazo, para lo que necesites, aquí estamos.
Hola Marea, comparte lo que quieras, pero sigue luchando... y queriendo.
Un abrazo
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