No es tan dañoso oír lo superficial como dejar de oír lo necesario.(Marcus Fabis Quintiliano)

Las nuevas políticas de inmigración: la vuelta al nomadismo

| 8.11.08



El cinismo de los dirigentes europeos –y de sus voceros en los medios de comunicación- no tiene parangón, mientras saludan con entusiasmo la elección de Obama con loas a la superación de la discriminación racial aprueban medidas restrictivas para la inmigración extracomunitaria rodeadas de un halo racista que podría satisfacer hasta al mismo Le Pen.

El gobierno español, dispuesto a confirmar su voluntad europeísta a costa de lo que sea, da su apoyo a las más reaccionarias propuestas de la UE y adopta en los últimos meses medidas propias tendentes a restringir aún más la entrada y permanencia de personas procedentes de países empobrecidos. La justificación confesable para las nuevas medidas es, según el ministro Corbacho, la necesidad de realizar ajustes ante el nuevo contexto de crisis económica, pero siempre hay algún imprudente como el portavoz del gobierno José Antonio Alonso, que en un ataque de sinceridad descubre su trasfondo real: «Si hay un puesto de trabajo que puede ser cubierto, en función de la cualificación requerida, por un desempleado español, éste tiene que tener prioridad». La lógica racista queda al descubierto; y es que, en momentos de dificultades se acaban las proclamas igualitarias y se impone la discriminación por origen para tranquilizar a los votantes.

Suspender la contratación en origen, separar a las familias prohibiendo reagrupar a padres y a suegros, invitar a los parados a volver a su país incentivándoles con la oferta de llevarse todo el dinero de la prestación de desempleo, son algunos de los ejemplos de las nuevas políticas de inmigración. El panorama que se vislumbra con la aplicación de las nuevas medidas y el endurecimiento en la interpretación de la ley de extranjería, es en este contexto de crisis, no sólo el blindaje a la entrada de nuevos inmigrantes, sino, y sobre todo, la pérdida de derechos fundamentales, (entre otros el derecho al trabajo y a la residencia), de los que actualmente están ya establecidos. Un ejemplo para ilustrar esta afirmación: la renovación de los permisos de trabajo implica haber estado contratado un mínimo de seis meses durante el último año, y además se interpreta que estar percibiendo la prestación de desempleo no supone un cambio en esa exigencia. Podéis imaginar, al ritmo que van cerrando las empresas, lo difícil que será cumplir esa condición que supondrá perder también la residencia.

Además del rechazo que desde un punto de vista ético puedan merecer esas medidas, su eficiencia es más que cuestionable porque ni tienen en cuenta las verdaderas causas de las migraciones, ni contemplan que cualquier persona que ha decidido establecerse en algún lugar no tiene la mochila preparada para cambiar de casa y de país con toda la familia cada vez que los caprichos de la economía hagan variar la situación. No creo arriesgarme demasiado afirmando que es fácil prever que la principal consecuencia de la aplicación de estas medidas en el contexto actual será la proliferación de inmigrantes sin papeles, personas que tienen aquí a sus hijos y a su familia, que tienen casa y pagan su hipoteca, y que asumirán el riesgo de ser encarceladas y expulsadas porque la alternativa legal que se les ofrece significa igualmente destrozar su proyecto de vida.

No hace falta insistir en que las migraciones son consecuencia de un mundo desigual, y si la causa es inevitable también lo es el efecto; pero quizá valga la pena recordar que la cohesión social está directamente relacionada con las perspectivas de estabilidad existentes. Las ciudades o barrios que por sus condiciones precarias cambian constantemente de habitantes no consiguen crear un tejido social suficientemente compacto para garantizar una convivencia aceptable. Si lo que se está ofreciendo a los inmigrantes es una nueva forma de nomadismo (o turismo laboral de oportunidad), pocas posibilidades habrá de normalizar la convivencia multicultural y el mestizaje social, y tendrán que transcurrir muchos, muchísimos años, para encontrar que, montajes mediáticos al margen, alguien apellidado Al Morabit González, llegue a ser alcaldesa de su pueblo, Ministra de Asuntos Sociales, o jefa de producción de una empresa.

Ya me diréis si hay o no hay racismo, ya me contaréis si tiene algún sentido la pregunta abstracta de si estamos dispuestos a aceptar que gobierne en nuestros países alguien de rasgos diferentes a los mayoritarios. No sé si nos importa el color de la piel, pero de lo que estoy segura es que nos queda mucho por andar, y no estaría mal empezar a ponernos en la situación de los millones de personas que viven entre nosotros cuyo mayor deseo -ser considerados ciudadanos de pleno derecho- aún es algo inalcanzable. No es fácil marcharse de tu tierra, lejos de tu gente, pero peor aún es sufrir la humillación de llevar colgada a modo de espada de Damocles una etiqueta que te recuerda que tu condición de invitado en el llamado país de acogida (no siempre acogedor) es algo circunstancial, por la absurda razón de haber nacido pobre y fuera de sus fronteras.

8 comentarios:

MiKeL dijo...

Por ahí abajo, en el post de Obama, Erreka decía:
¿Somos racistas? Sí, bastante, pero sobre todo somos clasistas,
y aunque solemos discutir como gladiadores, estoy de acuerdo con él. Quizá haya que distinguir entre racismo, xenofobia y "clasismo" para poder entender qué nos pasa.

Por estos lares muchos se escandalizan del tratamiento que históricamente se le ha dado a los negros ya sea en USA o en Sudáfrica, pero insinúales algo sobre los gitanos que siempre han estado por aquí y veremos si se les afilan los colmillos.

Hay mucha tela que cortar con este tema, y hasta el "Neuronas" tendría algo que decir.

Anónimo dijo...

Parece que los emigrantes son necesarios cuando cubren nuestras necesidades de forma humilde.
Es cierto que con los emigrantes somos clasistas en lo económico y racistas en lo cultural.
Muchas veces cargamos las tintas sobre ellos y otras tantas la pobreza la violencia o sus modos culturales son el detonante para oír como se deben marcar las diferencias,
Me quedo con la ultima parte, (nos queda mucho por andar), y en ese sentido me ha parecido bastante buena la publicidad del gobierno vasco en torno a los emigrantes.
En la hora de las felicitaciones decir también que así como el tema de la @ me pareció una memez, también tengo que decir, que los muchos años de lluvia fina me han calado agradablemente y me parece absolutamente acertado.

Anónimo dijo...

En poco más de una hora, te puede preguntar un senegalés si quieres un disco,o un paragüas, un peruano te cobra el café que te sirvio mientras recuerdas ir donde el marroquí que te vendó el aceite de argán mientras apartas un perro ves a otros chico marroquí aspirando cola de un calcetín junto con otro que no tendrá ni 16 años, mientras un alto hombretón subsahariano le pasa una dosis de heroína a colgado a cambio de 50 eurazos, a su lado un empujón a una anciana demenciada que del brazo le lleva una ecuatoriana, unas brasileñas hacen la calle, y las dos senegalesas teñidas de caoba que se tropiezan por las obras de una fachada donde tres rumanos y dos polacos estan picando entre una nube de polvo.
Una gitana me quiere vender ajos,y su cuñada se hace una coleta detrás veo a Mamadu y a Ousman en la puerta de la tienda de zapatillas de cuero con sus dientes de marfil sonrientes saludar a Iñigo que está estudiando bellas artes.

Bellas artes , bellas artes de convivencia.

un abrazo Marieta

Anónimo dijo...

Este curso escolar han llegado al colegio de mis hijas, 5 menores marroquis que no hablan castellano.

Ha sido toda una espectación en el colegio, por que se les ha tenido que examinar , para decidir en que curso tenia que estar cada uno.

En relación a su llegada el viernes pasado me dijo Olatz (la mayor de mis hijas)TE ACUERDAS AMA LO DURO QUE SE ME HIZO A MI CAMBIAR DE COLEGIO, pues creo que a Sara le tiene que resultar mucho mas duro, todavía..., asi es que aunque no nos entendemos, mas que por gestos, yo le agarro del brazo y la llevo a donde estamos las chicas en el pátio, Ainara, Raquel, Anne.., y en el comedor me siento a su lado...

Me sentí orgullosa de mi cachorro, que habia sido capaz de ponerse en la piel de su compañera Sara, y de imaginarse lo duro que tenia que ser para ella...

Pienso como Olatz, que si somos capaces de ponerlos en el lugar del otro, ese famoso Empatizar, quizas deberiamos recorgar que no hace ni 2 generaciones que los emigrantes eramos nosotros, y como la visabuela de Olatz solia decir (que en Alemania, lo peor no era el frío del invierno, sino la indiferencia y desprecio de los vecinos.)

javi dijo...

Sonia chapeau !!.
Se te ha olvidado el chino currando de 08,00 h a 22, 00 h.
Racistas, clasistas, envidiosos, canivales culturales ..... somos eso y mas, y al que no lo es, se le llama raro. Así de simple.
Hay un refrán sintomático que dice " De fuera vendrán que de casa te echarán ".
El hombre es el eslabon perdido entre el mono y el homo sapiens.

Moli dijo...

Como siempre podemos llenarlo de muchas palabras, estudios, criterios, etc. Pero el fondo es la PERSONA. Quien es como es, lo es en todo. Así que a ser y a hacer desde lo que debemos ser y nada más. Lo demás cada vez me sobra más, quizás por que en este momento me interesa sólo lo importante. Intentaré estar por aquí, ahora estoy de "prestado", mi ordenador lleno de virus y troyanos invasores y chapado hasta que pueda arreglarlo. Muxuak.

Anónimo dijo...

Un pequeño ejemplo de cómo se aborda la cuestión de la cohesión social desde las instituciones que hacen algo aunque les cuesta asumir lo que significa trabajar por la convivencia.
Mi barrio es un ejemplo de los que hablaba en el post: precariedad de las viviendas y mucha rotación, además hay un 40% de inmigrantes extracomunitarios (y 90% de inmigrantes de otras zonas del estado venidos en los años 60). Hay un programa de actuación para la cohesión social, para el que se hizo un convenio con una conocidísima ONG (o multinacional). En la presentación del proyecto decían que el objetivo era enseñar a la “nueva ciudadanía” las normas de civismo y convivencia.
Aunque tienen parte de razón, (es importante dar a conocer a la gente que llega cuáles son sus obligaciones), es mucho suponer que entre los autóctonos (o los llegados hace más tiempo) el civismo es algo ya asumido, con lo que las buenas intenciones se empañan por la discriminación. Además cuando el cambio demográfico es tan fuerte como el que se ha producido en mi barrio, lo lógico es pensar que para una buena convivencia todos tenemos que aprender a adaptarnos y en consecuencia se ha de dirigir el trabajo a todos los vecinos, si no es así poco éxito podrá tener un programa con bases tan unilaterales
No es fácil,no, pero hay que hacerlo porque es la realidad.
Besos mil

Anónimo dijo...

Cuánta razón, Marieta. No es fácil, sobre todo por las toneladas de mentiras, prejuicios y estigmatizaciones que hay que aguantar. Y la responsabilidad de las políticas migratorias y "de seguridad" es enorme. Besos.