
Empiezo por el final: salí feliz, muy feliz. Ayer volví a vivir esa magia que trae la vida si estás atenta y te pone, sin casualidades, con la gente oportuna y en el momento oportuno. Tú, simplemente te dejas llevar...
Ya el viaje de ida prometía ser un día especial, de esos mágicos. Cuando más granizaba Maider y yo salíamos de Bilbao, casi habiendo hecho gaupasa, hacia Donosti, al segundo Word Café Radio Euskadi. Hablamos de todo: lo que éramos capaces de hacer, de lo que no y de lo que estábamos a puertas de conseguir. De lo que nos había movido para estar dónde estábamos y lo que nos impulsaba a seguir adelante y ampliar la vida en lo que somos y hacemos. De todo.
La mesa a tres bandas (ayer a cuatro), la mesa del café y los pintxos de después ya empezaron en "el coche pequeño, pero que entraremos muy bien" como ya me advirtió por teléfono el día anterior y poco me importó, antes de salir al día siguiente de la sede de Eitb, juntas.
Y la magia también se estaba cocinando en Donosti, se distinguía entre las sillas mientras las limpiaban, en la cabalgata de reyes de tronos que nos pusieron para sentarnos, en el abrazo a Carlos Vilches y las conversaciones del desayuno.
En la Mesa Social de la Radio y lo que cada uno/a aportaba: "os hemos escuchado en el autobús" ¡qué locura de inmediatez y de cariño inmediato!. Estaba en los que no estaban allí, mpqzaleak que os quedasteis en Bilbo, en Donosti o en todas las tierras conocidas que se asoman por este blog, compañeros que veníais conmigo (Juanra, Jaio, Julen,... especialmente). Y en los que estaban, uno a uno y una a una, amigos y compañeras por muchos motivos y de muchas maneras, mágicos/as en mi vida y para otros tantos, buena gente.
Me sorprendió descubrir nuevas sinergias de personas que habíamos coincidido unos minutos, un encuentro fugaz y que algo especial debió surgir para, con alegría, encontrarnos de nuevo. Y gentes de otros grupos que allí también estaban y me saludaban y después los situaba de qué les conocía y por qué me sonreían así. Magia que iba y venía y yo me dejaba llevar. Feliz.
Y ahora sí. El corazón de World Café. Las distintas personas que nos sentamos a la mesa y la magia que ya no se podía contar. Iba a sus anchas, como le daba la gana, uniendo, reuniendo, debatiendo, conversando, conviviendo, comunicando, palpitando, divirtiendo, emocionando... Iba y venía de tal manera que nada sobraba ni nadie estaba de más. Y eso se veía en los ojos, en las manos, en los gestos, en las palabras que querían, que buscaban, que esperaban y se disponían con todo al encuentro.
Curioso que aquello que deseas y no sé nunca muy bien por qué razón, termina aconteciendo, hace de imán y se acerca a tu vida. Debo ser como ese zahorí que busca corrientes de agua y en lugar de buscar yo el pozo o ese río subterráneo, es él quien siempre me encuentra.
En mi mesa hasta el último momento, diversidad cultural. El Word Café de Bilbao fue diálogo entrañable con la discapacidad. Esta vez, desee eso, disfrutar de otras culturas, lo desee para todos y me llegó. Seguía la magia.
Colombia, México, Perú, Argentina, nos dijeron que nada tenemos que ver con lo que se dice de nosotros, con lo peor que se dice de nosotros, que vivir aquí está muy lejos de lo que aparece en radios y televisiones malintencionadas. Y la encuesta de Gizaker se quedó corta con las palabras que escuchamos en la mesa y nos devolvían quienes habían aprendido a convivir con nosotros y ya se sentían y los sentíamos parte de nosotros. Mesa a mesa, coincidíamos en lo valioso que había sido escuchar a los "inmigrantes" por que hubo más mesas en las que tuvieron su propia VOZ.
Y nos dijeron algo más. Algo más honesto y valiente que nos siga haciendo madurar y agradecer el aprendizaje que nos trae la convivencia con distintos/as. "¿Escasez?, ¿violencia?, ¿dificultades?... ¿quejarse de lo tenéis y ser pesimistas aquí?... No sabéis ni lo que decís ni lo que hacéis... quizás sea el síndrome del niño rico". Ahí lo dejo. Una magia como un fogonazo. Que nos deje sin visión y nos cambie la mirada.
Todas las mesas fueron soberanas. Todos muy por delante de políticas a la gresca y que no representan a nadie. La ciudadanía tiene una altura y una dignidad que ya la quisieran políticos que se cuentan con los dedos de una mano. El pueblo diverso, lleno de vida y sin tantos problemas, es más alto que la altura que nos venden. La magia de lo social está aún en los juegos de cartas pero algún día llegará a hacer desaparecer todo lo que está ahí y de nada sirve o sólo se sirve a si mismo. Aún no, pero ya se está dando. Tiempo al tiempo.
Era inevitable. Radio Euskadi salía por todos los rincones, en todas las generaciones, en los que escuchan la radio y en uno que nos dijo que no y que pincharía el dial, después. Una Radio con nombres, con contenidos, con programas que formaban parte de las horas del día repartidas entre actividades o en multitarea, por que la radio deja hacer mientras se la escucha. Afecto, experiencias de relación, opiniones valiosas y una visión sobre cómo yo misma me comunico que guardaré celosamente en el mismo centro íntimo de lo que soy.
La hoja se me hizo pequeña. Así que añadí folios. Me resistía a dejar tanto y tan brillante.
Después más y más encuentros. Esa mesa final tan querida, hablando de día, recogiendo también esta magia que nos supera cuando nos ponemos a ello, y uno a uno conseguimos algo que no es la suma aritmética ni una regla de tres.
Así es lo social, así es la vida y así es su Magia hasta el final en el camino de vuelta.
GRACIAS. Cada detalle, ayuda, esfuerzo, ternura se suma o se multiplica. Por pequeño que sea, es incalculable.
Como el gesto pequeño que me llegó casi en el último momento. Esa cara y mirada tan bonita, tan pequeña y tan libre, puro calco rubio de su aita y atención permanente de su ama que se llama Oier.
¡Eso si que es magia, la del un niño, la mejor!.
¿No creéis?
ESKERRIK ASKO.